846 VIP One Way Trip

Mi vida es como es. ¿Pedí nacer en este mundo? No, ¿verdad? eso es lo que te dices en tu interior. Me lo imaginaba. Te cuento un secreto. Si logras ver el cuento en el cuento, serás el primero en recibir un cuento en tu encuentro con la muerte. ¿Te atreves a jugar a mi juego? Sólo tienes que montarte en mi cuento y te prometo que ganarás una entrada VIP.

Suponga que acepta mi propuesta. Por mi parte te diré que tienes suerte. Te prometo con toda la seguridad del mundo que tu vida cambiará. Ahora grábate la dirección, pero sobre todo el número 846, porque cuando des unos pasos, no podrás abrir el papel hasta que llegues a tu destino. Allí se abrirá y todo lo que había escrito será sustituido por un mapa que te llevará a dónde está mi historia.

Sammy se rio y dijo en voz alta:

―Tonterías, puras tonterías.

Su amigo Oscar le miró y preguntó:

―¿De qué estás hablando? ¿Qué es una estupidez?

―El payaso que escribió esto.

―A ver si estoy de acuerdo contigo.

En ese momento apareció el autobús escolar que tenía escrito 846 en la ventanilla del conductor. Los dos se subieron. Sammy no se fijó en el número, sólo en el chofer. Éste no era el mismo de siempre. Era jincho como la nieve y vestía una capucha negra que le cubría casi todo el cuerpo. Sammy se detuvo a su lado. Sintió un frío que le sacudió todos los huesos, pero lo ignoró y le preguntó por el otro conductor. El hombre mantuvo la mirada al frente y Sammy se quejó con su amigo que estaba ocupado leyendo el papel. Se lo entregó cuando acabaron en los últimos asientos.

―Toma tu maldito papel. ¿Pero te atreverías a visitar el lugar? ―dijo Oscar, ignorando lo que había escuchado de Sammy―. Porque yo sí. ¿Te imaginas que encontramos un cofre con dinero? Tu vida cambiaría como dice el papel. Podríamos comprar dos Ferraris rojos, nuestro color favorito.

―¿De verdad te crees lo que dice? preguntó Sammy, fingiendo con una risa.

―Vamos hombre, ¿nunca te han dicho que los muertos que no pudieron disfrutar su fortuna en vida están buscando gente como tú? ―Le aseguró, poniéndole la mano en el hombro―. Un pobre infeliz muerto de hambre para hacerlos millonarios y que puedan vivir la vida que siempre quisieron. Ahora socio, de esta manera sabremos si este misterioso hombre dice la verdad.

Su amigo le arrebató el papel de las manos e intentó abrirlo, pero no pudo. Ambos jóvenes se miraron con asombro. Aquellas palabras eran tan reales como el escalofrío que estaban experimentando en todo su cuerpo. De repente, el chofer estrelló el autobús contra un árbol. Muchos de los jóvenes que habían estado haciendo un desorden, perdieron la vida. Sammy y Oscar acabaron con unos pequeños rasguños. Aunque estaban nerviosos y llenos de ansiedad, intentaron ayudar a los que habían quedado vivos, que estaban en mal estado. Fue imposible y sólo consiguieron sacar a uno porque el autobús empezaba a incendiarse.

Ambos jóvenes sintieron en su propia piel cómo se quemaban sus compañeros. El conductor estaba subido en lo alto del árbol y los veía revolcarse en el autobús. Sus gritos seguramente se oían en la distancia, pero era imposible que alguien pudiera llevarles alivio. El lugar era solitario y prohibido. Tenía una historia cruel. Fue el autobús 846 el que se estrelló contra ese mismo árbol. Una historia que empezaba a repetirse, una historia en medio de los árboles y precisamente en el árbol donde chocó el autobús, había un letrero con la dirección escrita en el papel que llevaba Sammy. Allí empezó todo.

Cuando las llamas que cubrían el autobús se apagaron, se dieron cuenta de que el joven que habían rescatado no estaba arrinconado en el árbol donde lo habían dejado. Buscaron a su alrededor y todo parecía inútil hasta que Sammy le dio por mirar el árbol que el autobús había impactado. Fue entonces cuando vio al joven colgado con una cadena al cuello. Sus ojos habían desaparecido al igual que su mandíbula junto con su lengua. También habían desaparecido sus brazos, que estaban arrancados y enterrados en su estómago.

Ambos jóvenes no podían creer lo sucedido. Sus vidas experimentaban un terror tanto físico como psicológico. Sammy se percató en la dirección del letrero y buscó en sus bolsillos. No encontró el papel. Se acercó a Oscar, que estaba tirado en el suelo con cara de espanto llorando y le preguntó por el papel. Su amigo no respondió. Sus gemidos llegaban al límite de la molestia. Sammy le dio un fuerte estrujón y Oscar le miró con los ojos llenos de horror.

Después dijo que no lo tenía. Se dirigió al autobús y rebuscó entre los cadáveres calcinados y debajo de uno de ellos encontró el papel. Se abrió rápidamente en sus manos. Observó cómo el mapa brillaba con una fina luz azul. Volvió a donde su amigo y se lo mostró.

―Mira, es verdad. Todo lo que estaba escrito se está cumpliendo.

―¿Crees que saldremos vivos de este infierno?

―No lo sé. Vamos, algo extraño está sucediendo en este lugar.

Ambos siguieron el mapa. El camino estaba limpio. Los cantos de los animales nocturnos intentaban darle un poco de tranquilidad, pero la imagen de su amigo colgado en el árbol les devolvía el escalofrío al cuerpo. A menudo giraban la cabeza. Los jóvenes se detuvieron y Sammy trató de armarse de valor para tranquilizar a Oscar, que sentía que se quedaba sin oxígeno. En una de tantas paradas, el mapa dejó de iluminarse y todo quedó a oscuras.

―Dame la mano y cálmate. Si sabes rezar, pídele a Dios que nos salve de este tormento.

―¿Qué son esos ojos rojos y brillantes que se acercan a nosotros?

―No lo sé, pero será mejor que corramos colina abajo, ―dijo soltando la mano de su amigo.

Sammy corrió como nunca. Se olvidó de Oscar y luego se detuvo al tropezar con una raíz que sobresalía de un árbol. Todo adolorido, se arrastró para recoger el papel que acababa de brillar con su fina luz azul. Y notó que frente a él había un pequeño puente sin terminar. Se levantó conmocionado al oír los gritos de Oscar.

Quiso volver para ayudarle y el conductor le cortó el paso. Un resbalón le hizo visitar de nuevo la tierra, pero esta vez de espaldas y con el corazón a punto de estallar, se levantó y corrió hacia el puente sin importarle el río de fuego que cruzaba por debajo y lo saltó, pero al caer se golpeó con una piedra en la cabeza y mientras miraba donde estaba el chofer, vio como aquellos ojos rojos que había visto con Oscar se sepultaban en el cuerpo de la sombra. Sammy cayó inconsciente.

Unas horas más tarde, se despertó y miró a su alrededor buscando aquellos ojos rojos y al conductor. Vio que todo estaba a su alrededor como lo había visto por primera vez. Se puso triste y comenzó a llorar. Su buen amigo Oscar acudió inmediatamente en su ayuda y le preguntó qué le pasaba. Se lo contó con entusiasmo e incluso le pidió que le pellizcara, pero Oscar estaba más triste que él. Se dio cuenta de que Sammy no aceptaba la realidad de su destino y le dijo:

―Cuando entiendas tu realidad, dejarás de soñar con tu trágica muerte en el autobús. Lo importante era que escapáramos del chofer, que era la muerte. Además, ya no puedes volver con tu familia. Sólo puedes cuidar de ellos, pero eso lo conseguirás cuando aceptes tu destino. Entonces nuestro Dios te dará alas para volar como los ángeles, es decir, como yo. Créeme, será una carga menos para ti y un triunfo para nuestro Dios que estés dispuesto a trabajar como guardián para cuidar, no sólo de los tuyos, sino también a su pueblo.

Sammy no dijo nada. Se levantó y caminó hacia el borde de la montaña más alta que tenía el reino de los cielos y miró hacia el planeta tierra. Pensó en sus padres, en su novia, en sus hermanos e incluso en su perro y se dio cuenta de que ya no podía hacer nada para volver a sus lados y desde ese día, Sammy vivió para convertirse en un ángel.

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